martes, 14 de diciembre de 2010

Es una lata el trabajar

Como es el último día en mi trabajo, la administración es así,,, para empezar mi nueva etapa con buen pie, he dicidido hacerlo con una canción de dos mitos,,,, Luis Aguilé y Fernando Esteso



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Hilos cortados (ANTONIO MUÑOZ MOLINA)

 IDA Y VUELTA

 
A pesar del ligero temblor y de la torpeza que ha ido adquiriendo su mano derecha con el paso de los años Ernest Michel todavía conserva una letra excelente. La usa para escribir despacio y con claridad, sobre cartulinas rayadas, palabras clave que le servirán para despertar recuerdos, o para asegurarse de que la mente no se le queda en blanco inesperadamente, delante de un público que atiende en un silencio sobrecogido a su historia. A los 86 años, Ernest Michel continúa viajando a casi cualquier parte donde lo llaman para dar testimonio sobre sus años de cautiverio en Auschwitz, pero se ha dado cuenta de que la memoria se le está debilitando, igual que la calidad de su caligrafía. 
Puede revivir sin ninguna dificultad escenas sucedidas en el campo de exterminio hace más de sesenta años, recordar palabras, conversaciones enteras, pero en la memoria del presente se le abren cada vez más espacios en blanco. En vez de la tentación de capitular lo que siente es una urgencia todavía más acusada de seguir contando, y por ese motivo escribe cosas en las fichas de cartulina y las lleva consigo, para asegurarse de que el olvido de lo más próximo no le borra el acceso a tantos recuerdos exactos y lejanos. Y el mismo acto de escribir es ya una invocación, porque fue la caligrafía lo que le permitió sobrevivir a Ernest Michel: agotado, enfermo, muy cerca de la muerte, levantó el brazo cuando en una formación alguien solicitó un voluntario que tuviera buena letra. Él la tenía excelente: se había adiestrado como calígrafo antes de la guerra. Lo destinaron a la enfermería, a redactar certificados de defunción y listas de los prisioneros que eran enviados a las cámaras de gas. Trabajar sin mucho esfuerzo físico bajo techado y no a la intemperie del campo multiplicaba la posibilidad de sobrevivir, explicó Primo Levi. Copiando con su letra impecable los nombres de los muertos Ernest Michel se salvó de ser uno de ellos: ahora escribe todavía, cada vez más despacio, la letra agrandada y más bien torpe, y el hilo de la tinta es tan obstinado y tan frágil como el del recuerdo, y no tardará mucho en quedar interrumpido.

Lo ha dicho Jorge Semprún, en su discurso de hace unas semanas en la explanada invernal de Büchenwald, donde el viento frío agitaba las banderas y los mechones blancos de los últimos prisioneros, 65 años después de la liberación del campo: uno por uno los testigos se extinguen, y dentro de poco la tarea del recuerdo corresponderá a otra generación. No es la primera vez que Semprún reflexiona en público sobre ese tránsito de la memoria viva a la gradual vaguedad y abstracción de lo histórico, pero sí la primera vez que lo expresa con tan desolada inmediatez, en primera persona: dentro de cinco años, dice, cuando se repita esa ceremonia, él ya no estará.
Semprún confía en los escritores de ficción como depositarios de ese legado de recuerdos. Yo no estoy seguro de que la ficción tenga mucha utilidad a la hora de mantener presente lo que no debe olvidarse. Por respeto al sufrimiento de tantos millones de seres humanos, la libertad de inventar ha de estar separada por una frontera bien visible de las narraciones rigurosas de lo sucedido. Y en un mundo en el que hay tan poco espacio público para el conocimiento de los hechos históricos, tan poca idea del lugar relativo del presente en una secuencia temporal muy anterior a nuestras vidas, la ficción puede servir sobre todo para banalizar y sentimentalizar el espanto, para hacerlo digerible y al mismo tiempo confinarlo en una distancia tranquilizadora, "de época".
No hay ficción que esté a la altura del fulgor seco de los hechos. No hay ninguna necesidad de inventar cuando todavía queda tanto por saber, y sólo el conocimiento lo más exacto posible concede alguna medida de restitución. El que ha vivido cuenta lo que ha visto. A quienes escuchan les corresponde la tarea de prestar atención y aprender lo más posible, para que el olvido no pueda absolver a los verdugos. Yo pienso con remordimiento en tantas personas de las que pude haber aprendido y a las que no pregunté, por descuido, por indiferencia, por creer que estarían siempre disponibles. Cuánto pudimos y debimos preguntar cuando aún había tiempo, cuando estaban lúcidas y en plenitud de facultades personas que habían vivido la República, la guerra, la Resistencia en Francia, los campos de concentración alemanes, la negra posguerra española: cuántas historias como las que no ha dejado nunca de contar Ernest Michel nos hemos perdido. Leyendo su testimonio me he acordado de mi amigo Antonio Colino, que tenía más de noventa años cuando me cité con él una tarde para que me contara sus recuerdos de la guerra en Madrid. Sacó del bolsillo una hoja cuadriculada en la que había apuntado las cosas que no quería que se le olvidaran. Pero el hilo se había vuelto borroso, y muy poco después se cortó para siempre.
Gracias a la mediación de William Chislett acabo de descubrir un yacimiento de memoria del que no tenía ninguna noticia, que se ha abierto delante de mí como un país entero hecho de negrura: sabemos bastante de las vidas de los republicanos españoles en los campos de concentración alemanes, pero yo no tenía ni idea sobre los que acabaron en los campos soviéticos. Chislett, buscador de libros sin sosiego, me ha dado noticia de un trabajo de investigación doctoral de Luiza Iordache, Republicanos españoles en el Gulag (1939-1956), publicado hace dos años por el Institut de Ciències Politiques i Socials de Barcelona. 

La historia despierta más angustia al comprender el poco caso que se les ha hecho a los testigos y la rapidez con la que uno por uno se estarán extinguiendo. Jóvenes aviadores republicanos que a principios de abril de 1939 estaban terminando sus cursos de pilotos en la URSS y ya no pudieron salir del país; marineros de buques mercantes que habían llevado armas y suministros a la España republicana y se quedaron atrapados en el puerto de Odessa al final de la guerra; niños en edad escolar enviados a la URSS, extraviados en la guerra y la miseria, condenados a trabajos forzados en los campos más crueles de más allá del Círculo Polar Ártico; militantes comunistas que al llegar a lo que habían imaginado como un gran paraíso se encontraron en el interior de una cárcel. 
Querer marcharse de la URSS ya era de antemano un delito: entre los documentos pavorosos que ha rescatado Luiza Iordache están las pruebas de la saña inquisitorial con que los dirigentes del Partido Comunista Español en Moscú persiguieron a los compatriotas o ex camaradas que se atrevieron a manifestar alguna forma de disidencia. El libro de Iordache está lleno de listas de nombres que yo no había escuchado nunca, de libros de memorias publicados o inéditos de los que yo no tenía noticia. Una vez que el hilo se corta ya no hay manera de repararlo. Algunas formas extremas de olvido no serían posibles sin una especie de conspiración colectiva.
Republicanos españoles en el Gulag (1939-1956). Luiza Iordache. Institut de Ciències Politiques i Socials. Barcelona, 2007. 142 páginas. 15 euros.  
Promises to Keep. One Man's Journey Against Incredible Odds. Ernest W. Michel. Barricade Books, 2008. 320 páginas.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Rubalcaba piensa en retirarse y descarta suceder a Zapatero


El vicepresidente primero del Gobierno y ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, zanjó ayer de un plumazo los rumores que le apuntan como el delfín del presidente José Luis Rodríguez Zapatero. En una entrevista para Radio Nacional de España, aseguró que "hace tiempo" que piensa en su retirada de la política y que sabe que está "recorriendo los últimos metros".

Rubalcaba, además, negó que "sea eterno", puesto que en la política "se desgasta uno y pasa como en el fútbol, que no son los años que tienes sino los que llevas". Y "yo llevo muchos", subrayó el vicepresidente, quien afirmó que los políticos son como cualquier persona, que se cansan, se aburren y a veces se sienten frustrados y piensan que no pueden dar más de sí.
En este sentido, resaltó que sabe "que está recorriendo los últimos metros" y que, por eso, se siente más libre al no tener ya una carrera por construirse y si acaso tiene la preocupación "de cómo te vas". "Llevo pensando en la salida hace tiempo, es más, si por mí hubiera sido no estaríamos aquí sentados", aseveró Rubalcaba durante la entrevista.
Dijo, asimismo, estar "empate" con el PSOE, ya que le está muy agradecido pero al mismo tiempo el partido le debe agradecimiento porque ha dado la vida por él y por los ciudadanos.

El itineriario suicida del PSC (Francesc de Carreras)


Tras las elecciones catalanas del domingo, algunos se interrogan sobre la influencia del actual desgaste del Gobierno de Zapatero en la debacle del PSC. Los factores que contribuyen a determinar un resultado electoral son variados, pero, en este caso, la responsabilidad del PSOE es muy menor y las verdaderas causas del desastre hay que buscarlas en el itinerario de los socialistas catalanes durante los últimos diez años. Veamos.
En las autonómicas de 1999 el PSC obtuvo 1.183.000 votos; el domingo, 570.000, menos de la mitad. Desde 1999 el descenso en las autonómicas ha sido continuado, en las generales, por el contrario, el aumento de votos ha sido constante: en porcentajes se ha pasado de un 34% en el año 2000 a un 45% en el 2008. A cada uno lo suyo: la pérdida de apoyo electoral de los socialistas catalanes es culpa del PSC, no mezclemos al PSOE en esto, ya veremos qué sucede en las próximas generales.

Todo el embrollo empezó a principios del 2000. Un par de meses antes, Maragall, por la mínima, no había logrado vencer a Pujol en las elecciones a la presidencia de la Generalitat. A raíz de este resultado, los socialistas catalanes llegaron a la conclusión de que sólo podrían gobernar la Generalitat si buscaban aliados. Descartado el PP, que estaba dando apoyo a CiU desde 1996, las opciones quedaban reducidas a ERC, que estaba en alza, y a ICV, aliado habitual. Lo importante, y nuevo, era ganarse a ERC, hasta entonces un partido independentista en la órbita de CiU pero con una nueva y reciente dirección que quería rectificar. Pactar con un partido independentista era meterse en un campo minado. Pero la táctica en el corto plazo de los socialistas pudo más que la prudencia en trazar una coherente estrategia de futuro.

Fue entonces, a principios del 2000, cuando propusieron a ERC algo que este partido venía defendiendo en solitario desde 1980: la reforma del Estatut. En prenda de garantía, para demostrar que la cosa iba en serio y aprovechando la debilidad del PSOE en aquellos momentos, también propusieron a ERC formar grupo parlamentario propio en el Senado, desgajándose así los socialistas catalanes del grupo del PSOE. De buena gana aceptó ERC semejante regalo e, inmediatamente, se pusieron manos a la obra: en el Parlament se constituyó una comisión de estudio para reformar el Estatut de 1979 y en el Senado se constituyó el grupo de Entesa Catalana de Progrés. Ahí empezó la alianza PSCERC, que ha terminado –tras siete años de precaria gloria– por conducir al los socialistas catalanes al peor resultado de su historia.

En el entretanto, el tema casi único ha sido el Estatut: elaboración, aprobación y sentencia del Tribunal Constitucional. Diez años malgastados y con un PSC prisionero jugando en terreno ajeno. En todo caso, esta alianza dio sus frutos. En diciembre del 2003 se constituía el primer gobierno tripartito, presidido por Maragall, a pesar de los malos resultados obtenidos en las elecciones del mes anterior (152.000 votos menos que en 1999). Entramos entonces en tres años de frenesí estatutario: lo único que se recuerda de este periodo es que, tras su tortuoso proceso, se aprobó un nuevo Estatut que no obtuvo el consenso en el Congreso ni en el Senado y que fue aprobado por un escaso 35,78% de votos afirmativos en Catalunya con una participación de sólo el 48,9%. Se disolvió el Parlament y se convocaron nuevas elecciones con Montilla sustituyendo a Maragall como candidato del PSC.

Si en el PSC, como se dice, hay dos almas, la nacionalista y la no nacionalista, Montilla representaba la segunda. En todo caso, las nuevas elecciones del 2006 constituyeron otro serio revés: el PSC perdió 235.000 votos respecto al 2003. Pero como los partidos del anterior Govern sumaban mayoría, el tripartito repitió. Se esperaba queMontilla pusiera un cierto orden en el Govern. No se le atribuía una gran capacidad de gobierno, pero sí prudencia y sensatez: su lema –"hechos y no palabras", tras toda la palabrería estatutaria– inspiraba cierta confianza. Pero el problema principal no eran las personas, sino la composición del Govern: socialismo y nacionalismo independentista no podían cuajar. ERC es un partido antisistema que pretende a corto plazo desintegrar Catalunya de España y, como es natural, hace todo lo posible para lograrlo. ICV, por su parte, tampoco colaboró en dar seriedad al Govern.

En definitiva, hubo muy pocos hechos y las palabras que se oyeron fueron las nacionalistas de ERC y las ecologistas de ICV. El PSC estaba desdibujado, sin personalidad, arrastrado por la corriente. La gestión de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut fue nefasta para los socialistas: Montilla convocó una manifestación con mayoría independentista y escapó por piernas en cuanto pudo. A la vuelta del verano, las elecciones del domingo con una desastrosa campaña electoral.

Así pues, tras un itinerario suicida, los socialistas catalanes, en su prolongado harakiri, han llegado, de victoria en victoria, hasta la derrota final: 226.000 votos menos que en el 2006, acumulando desde 1999 una pérdida total de 613.000. Parece que, al fin, han entrado en periodo de reflexión.
Francesc de Carreras
La Vanguardia (2.12.2010)

jueves, 9 de diciembre de 2010

Pajín: "La ministra puede nombrar a quien le salga de los cojones"

Sólo faltaría que la ministra no pueda nombrar a quien le salga de los cojones. Leire Pajín, 17-11-2010. Quinta planta de la sede del Ministerio de Política Social y Sanidad, sito en el número 18 del Paseo del Prado (Madrid).
Esta frase lapidaria y exenta de educación tiene una explicación, aunque seguramente no una justificación. La titular de Política Social y Sanidad convocó el día 17 de noviembre, un día antes de su debut en el Congreso tras lograr su nuevo cargo, a todos los diputados y senadores de las comisiones de su ámbito de actuación. Era una comida, en cierta medida, informal y destinada a que los aforados conociesen al gabinete creado por Pajín.

martes, 30 de noviembre de 2010

Un empresario destapa una trama corrupta en la alcaldía de Ciudad Real

La denuncia judicial detalla múltiples cohechos y amaños del gobierno del PP

FRANCISCO MERCADO - Madrid - 26/11/2010

Un empresario, Jesús Manuel Rosado, dueño de Global Sport, denunció el pasado 8 de noviembre en un juzgado a la cúpula del Ayuntamiento de Ciudad Real, que gobierna el PP, por el cobro de cohechos, amaño de contratos, emisión de facturas falsas y financiación ilegal de actos del partido. Su acusación incluye a la alcaldesa, Rosa Romero -asegura haberle hecho obras en su casa cuya factura se le sugirió presentar al Ayuntamiento y nunca cobró-, a los concejales de Hacienda y Deportes, Miguel Ángel Rodríguez y César Manrique, respectivamente, y a varios altos cargos municipales, incluidos el jefe de compras, el tesorero y el interventor. Este empresario asegura haber aportado 3.000 euros para financiar la campaña electoral de 2007 del PP que luego cobró con falsas facturas al Ayuntamiento. La regidora niega todas las acusaciones y asegura que la justicia demostrará su falsedad.
Según el denunciante, por orden de Juan Carlos Mascuñana, jefe de compras del Ayuntamiento de Ciudad Real, este empresario pagó diversos viajes aparentemente privados de personal del equipo de gobierno y de empleados municipales cuyo importe luego recuperaba con facturas falsas al Ayuntamiento. También plantea que por mandato de cargos del Ayuntamiento de Ciudad Real hubo de pagar a empresas con las que no tenía ninguna relación comercial real.
Por ejemplo, declara que abonó publicidad municipal a la firma Multicanal relativa a la Semana Santa por un importe de 25.000 euros. Rosado aporta un amplio listado de empresas y facturas que supuestamente evidencian que se convirtió en el tesorero bis del Ayuntamiento y sufragó con su dinero eventos municipales que luego le fueron retribuidos con falsas facturas del Ayuntamiento por servicios nunca prestados.
Igualmente, según su relato, fue instado a subvencionar un club deportivo tras pactar que le sería retribuido con facturas municipales. Esta trama municipal, acusa en su escrito Rosado, no solo le exigía pagar compromisos municipales, sino que le ordenaba a qué empresas debía subcontratar sus obras adjudicadas. El fin era claro: "Las empresas [subcontratadas] emiten siempre facturas por sus trabajos superiores a los precios de mercado e incluso a lo que tienen presupuestado". A veces el objetivo era aún más descarado: Rosado hubo de comprar maquinaria por 7.500 euros a la empresa de la esposa del concejal de Deportes que luego revendió al Ayuntamiento. Así se evitaba el escándalo de que el edil adjudicara dicha compra a su cónyuge. En este pantano de corruptelas incluso un concierto de Alejandro Sanz en Ciudad Real alimenta un nuevo festín: Rosado compra 150 entradas para "ayudar a que las fiestas locales parezcan un éxito" que luego factura al Ayuntamiento por falsos servicios.
Este empresario revela cómo el sistema de adjudicación estaba podrido: se adjudicaban servicios sin mediar contrato alguno o se simulaba un concurso restringido con empresas que solo existían en el papel. Rosado no habla de oídas: denuncia los amaños de los que fue beneficiario. Lo insólito de su denuncia, frente a la práctica habitual, es que no denigra adjudicaciones ajenas, revela lo ilegal de los múltiples contratos que le fueron otorgados a él por una trama a la que retribuía con cuanto favor le era solicitado.
Los cargos del área de Deportes también le encargaron, antes de las elecciones locales de 2007, obras "de interés electoral para la corporación municipal" como pistas polideportivas "sin concertar forma de pago". El escenario de las obras fueron "zonas de Ciudad Real que según sus sondeos no les eran favorables al PP". Y detalla la ilegal vía usada: "Hacíamos la obra, y posteriormente enviábamos el presupuesto/oferta y Mascuñana [jefe de compras] nos indicaba la fecha que tenía que ponerse en la factura y posteriormente nos remitían la notificación de la adjudicación". El edil Manrique le sugería que las cuantías de las facturas fueran pequeñas para burlar los controles.
A fin de cobrar su asfixiante deuda con el Ayuntamiento -más de 400.00 euros, de cuyo pago en buena parte solo tenía un compromiso verbal-, Rosado asegura que se plegó a un rosario de corruptelas: firmó facturas de restaurantes donde nunca comió; aseguró haber recibido dinero municipal en metálico que nunca vio; dijo haber cobrado facturas sin captar importe alguno ni saber su destino; realizó pagos en especie a funcionarios, amén de realizar obras en viviendas de altos cargos locales que nunca cobró.
"Y todo ello, en aras a mantener una relación que posibilitara el cobro de la totalidad de lo adeudado, para poder seguir manteniendo viva a mi empresa y su actividad municipal", detalla en su denuncia judicial.
Lo grave de la denuncia de este empresario, según fuentes de su entorno, es que una mera investigación de los contratos de este Ayuntamiento demostraría que su caso no fue individual sino que hubo una sistematicidad en el impuesto revolucionario aplicado a los contratistas. Parte de los fondos estatales del plan E de Zapatero, añaden estas fuentes, fueron consumidos en múltiples facturas inferiores a 3.000 euros para evitar toda concurrencia y, en muchos casos, no sirvieron para obras de interés público, sino para sufragar esta red de favores ilegales a los ediles y cargos municipales.

Alcaldesa de Ciudad Real


Rosa Romero, alcaldesa de Ciudad Real.- EFE

De héroes y birrias (Rosa Montero)

Vi el otro día en EL PAÍS una foto de Berlusconi y Fini, el presidente del Congreso italiano. Berlusconi estaba al fondo, serio, de frente, y mostraba un asombroso e inquietante parecido con una figura de cera. Quiero decir que su rostro no era de naturaleza carnal, sino de materia inerte, puro plástico. Sin duda su aspecto es un resultado de la transfiguración quirúrgica, de los implantes y los recosidos, de los muchos trabajitos de cirugía estética. Parece haberse puesto de moda últimamente entre los dirigentes políticos mundiales el rehacerse la cara en el quirófano. Ahí está la argentina Cristina Fernández, por ejemplo, brutalmente siliconada (probablemente sería guapa sin todo eso), o la presidenta de Brasil, la recién elegida Dilma Rousseff, que ha admitido haberse hecho dos operaciones estéticas, aunque en este caso deben de ser menores, porque hay que reconocer que a Dilma se le nota menos la carnicería. Por no hablar de Vladímir Putin, que hace poco apareció con unos sospechosos moretones en la cara que mismamente parecían las secuelas de un lifting, y de quien además se diría que es un vigoréxico, o sea, una de esas personas excesivamente obsesionadas por la musculatura.

En realidad, no sé por qué me extraño de esta predisposición de los mandatarios a remendarse el físico: la cirugía plástica se está convirtiendo en algo habitual en la gente de la farándula, es decir, en todos aquellos que viven de la cara, y por desgracia la clase política cada día se queda más en la superficie de las cosas, más en la forma de las cejas que en la calidad de las ideas que supuestamente se agolpan detrás. Nuestros políticos son vendedores de apariencias, y las apariencias que hoy se venden mejor son las recauchutadas. Aun así, no deja de sorprenderme que los ciudadanos puedan creer y confiar en un dirigente que engaña hasta en el grosor y la forma de sus labios. Si el pellejo, que es algo tan visible, ya es una mentira, ¿no es de temer que las palabras, que son mucho menos verificables, resulten aún más falsas?
A menudo la gente me pregunta quiénes han sido los individuos más interesantes de los cientos de personajes famosos que he entrevistado, y siempre contesto lo mismo: salvo excepciones, los tipos anónimos son mucho más atractivos que los importantes. Ahí, en la realidad de cada día, es donde surge la veracidad, la intensidad, el talento. Incluso el heroísmo. Es el caso de Manuel González, por ejemplo. Manuel, que tiene hasta un nombre con vocación de anonimato (es tan común que resulta difícilmente memorable), fue el rescatador chileno que descendió el primero en la cápsula Fénix II hasta encontrarse con los 33 hombres atrapados debajo del desierto de Atacama. Tiene 46 años, es un experto en perforación vertical y lleva doce años trabajando como rescatador de mineros. Seguro que en ese tiempo ha pasado por momentos angustiosos y peligrosos. Por trances quizá más duros que este último. Pero, claro, no tenía a medio planeta contemplando su proeza en directo.
En cualquier caso, ese hombre modesto descendió el primero, probó la viabilidad de la cápsula con su propia vida, se quedó ahí abajo durante 25 horas y, lo que todavía me parece más angustioso, salió el último. Héroe es aquel que hace lo que debe en una situación ante la que la mayoría de las personas encontrarían excusas razonables para no hacerlo. Por eso el héroe de verdad ni se da cuenta de que lo es: solo cumple con el papel que le ha tocado. Cuando Manuel González llegó abajo y se reunió por fin con los mineros, el planeta entero esperaba con avidez mitómana sus primeras palabras. Y lo que dijo fue: “Estoy feliz de la vida, pero cagao de calor”. Ah, qué pequeños son los héroes de verdad: y es justamente esa pequeñez lo que los hace grandes. Se preguntarán qué tiene que ver todo esto con los birriosos mofletes de goma de Berlusconi. Pues verán, a mí me parece que bastante. Entre esos dirigentes tan famosos y esos rescatadores usualmente ignorados que se meten en las tripas de las minas, me parece atisbar una línea metafórica que define la condición humana. Arriba, en lo alto, la artificialidad y la impostura. Abajo, en los subterráneos cotidianos, la autenticidad de lo real. Cuando el pomposo fingimiento de los diversos Berlusconis me llena de desaliento, pensar en los Manolos cagaos de calor que hay en el mundo me hace recordar dónde está la vida.

viernes, 26 de noviembre de 2010

¿Soberanos como Irlanda? (Francesc de Carreras)

El nacionalista siempre se cree el dueño de la nación; por eso es tan difícil conciliar nacionalismo con democracia. Antes Grecia, ahora Irlanda: esta es la independencia de los estados europeos. Sólo una Europa política unida y democrática nos ayudará a superar la crisis económica, no los soberanismos que tienden a desintegrarla.
Una irónica paradoja hace que coincidan la pérdida de soberanía que supone para los irlandeses la intervención económica de la UE y el FMI con unas elecciones catalanas en las que se presentan varios partidos –algunos muy importantes, como CiU y ERC– que se declaran soberanistas porque consideran que Catalunya es una nación y toda nación tiene derecho a un Estado independiente. ¿No estarán utilizando estos partidos fórmulas políticas de otros tiempos? ¿Son compatibles sus posiciones con la actual fase histórica de una Europa integrada en una economía globalizada?

Cuando se escucha a los dirigentes políticos de estos partidos uno tiene la sensación de que en lugar de patriotas son simplemente partidistas, es decir, aparentan la defensa de Catalunya pero en realidad lo que pretenden es, simplemente, obtener más poder político para ellos. CiU y ERC compiten para demostrar quién es más nacionalista y por esta razón se ven obligados a elevar el listón de sus reivindicaciones. En estos últimos años, ERC ha ido abandonando el catalanismo político tradicional y se acerca a posiciones muy semejantes a la Liga Norte italiana, que basa su nacionalismo más en cuestiones económicas que identitarias, especialmente su rechazo al poder de Roma y la insolidaridad con las zonas pobres del sur.

CiU, por su parte, aunque teóricamente no ha abandonado el pujolismo, lo está matizando con un rumbo nuevo, en parte obligado por la competencia con ERC, en parte por la ambición de poder de su núcleo dirigente más joven. En efecto, su finalidad inmediata ya no es alcanzar una mayor autonomía dentro del marco constitucional, sino llegar a unos indeterminados y confusos niveles de "soberanía" financiera. En el fondo, han llegado a la conclusión de que el poder real está en el control de la caja y que la identidad catalana debe limitarse a ser la música, el chinchín, que permita vender esta mercancía.

El nacionalismo pujolista siguió la estela de Prat de la Riba, muy influido por el historicismo romántico alemán pasado por el tamiz de la derecha francesa de su época. La Catalunya de Pujol no es muy distinta a la de Prat: un pueblo cuya identidad colectiva estaba determinado por la lengua catalana, la tradición histórica, el derecho y una milenaria forma de ser. En esta línea, los ideólogos nacionalistas establecen las reglas y los demás deben obedecerlas: quien no encaje en el modelo es considerado anticatalán. Los dueños, los propietarios del país son, ya se sabe, quienes mandan, sobre todo quienes mandan callar.

En el debate electoral del pasado domingo en TV3, Artur Mas, en un memorable acto de prepotencia, hizo un clara demostración de todo ello. Recordemos el contexto. La conversación transcurría en catalán pero dos de los participantes hablaron, durante un rato, en castellano. Uno de ellos, además, aludió al conocido caso de corrupción que afecta al Palau de la Música, ligándolo a la financiación ilegal del partido de Mas, a propósito de un obsceno vídeo de propaganda de CiU en el que un monigote envuelto en la bandera española roba la cartera a un catalán. El objetivo, obviamente, era trasmitir el mensaje de que España roba a Catalunya. Se le reprochó a Mas que invocara unos supuestos robos, pero olvidara los reales, comprobados y admitidos: el saqueo del Palau. En ese incómodo ambiente, el candidato de CiU puso cara de decir ¡vamos a ver quién manda ahí! y encarándose con el representante de Ciutadans exclamó en tono paternalista: "Mire si este país es tolerante que usted viene a la televisión pública de Catalunya y puede hablar en castellano".

La frase no tiene desperdicio. Retrata a quien la pronuncia y a la ideología que la ampara. "Soy el dueño, el propietario del terreno", parece decir Mas: por ello habla en nombre del país y no en el suyo propio. Pero añade: dado que soy un dueño bondadoso y compasivo, tolero que usted pueda hablar castellano en esta televisión pública. Como es pública, considera Mas, es la de los catalanes de verdad como yo, no como usted. Me recuerda a unas anteriores elecciones en las que Jordi Pujol replicó a Manuela de Madre, la política socialista no nacida en Catalunya: "Usted hace sólo cincuenta años que está aquí, yo hace quinientos". La legitimidad de origen, la legitimidad monárquica.

El nacionalista siempre se cree el dueño de la nación: por eso es tan difícil conciliar nacionalismo con democracia, a menos que el nacionalismo sea, simplemente, la expresión del natural aprecio, cariño, amor, como se le quiera llamar, por el lugar en el que vives, has nacido o has pasado parte de tu vida. Artur Mas debería saber que no es él, ni ninguna otra persona, quien da permiso para hablar una u otra lengua, sino que es sólo la ley, la ley democrática que nos hemos dado entre todos, la que puede hacerlo y la que protegía la libre opción lingüística de los participantes en el debate. Antes Grecia, ahora Irlanda: esta es la independencia de los estados europeos. Afortunadamente. Sólo una Europa política unida y democrática nos ayudará a superar la crisis económica, no los soberanismos que inevitablemente tienden a desintegrarla.

Francesc de Carreras, LA VANGUARDIA, 25/11/2010

jueves, 25 de noviembre de 2010

ANDALUCES Y CATALANES (Patxo Unzueta)




El 67% de los catalanes son favorables a transferir fondos a las zonas menos prósperas para garantizar similares servicios públicos. Tal vez haya en ese tema, crucial en el debate actual, una divergencia entre la visión de la clase política de Cataluña y sus ciudadanos. La abstención que se registre el domingo nos dará una pista fiable.


Más datos verificados y razonamientos ordenados, y menos juicios retumbantes y aproximativos es lo que necesitamos para evitar tantos falsos debates, decía aquí hace dos años Soledad Gallego-Díaz; y ponía como ejemplo la publicación de las balanzas fiscales, a lo que se resistía el Gobierno: mejor que se conozcan, para que sepamos dónde está la riqueza y cómo se mueven los flujos entre comunidades ricas y pobres, de forma que pueda abrirse un debate sobre cómo compaginar los intereses de unas y otras.

Desde hace muchos años el asunto de la diferencia entre lo que pagan los catalanes en impuestos y lo que reciben del Estado forma parte del argumentario catalanista. Pero la aparición reciente de un patriotismo del interés, que presenta el independentismo como una opción racional en términos de coste/beneficio, y no solo ideológica, ha situado esa cuestión en el centro del debate nacionalista. "España, como Estado que pagamos, es un mal negocio", dijo Carod-Rovira en 2003. Un vídeo de campaña de CiU presenta a un carterista envuelto en la bandera de España, atracando a un catalán. Es una imagen propia de la Liga Norte de Humberto Bossi: "Roma ladrona". Hace un par de años, un concejal de ICV se hizo fugazmente famoso por sacar en su blog la sarcástica consigna "adopte a un niño extremeño" (con sus impuestos).

El líder de ERC, Joan Puigcercós, lo ha expresado afirmando que Madrid es "una fiesta fiscal" y que en Andalucía "no paga impuestos ni Dios". El sábado pasado lo explicó (en la cadena SER) diciendo que la prueba de lo primero es que en Madrid hay más empresas pero menos inspecciones fiscales que en Cataluña; y sobre lo segundo, que no es sospechoso de antiandaluz porque siempre ha defendido políticas de integración de los inmigrantes. Artur Mas le reprochó su imprudencia: "Hay que ir con cuidado en cómo decimos las cosas, aunque podamos tener razón".

El ex ministro Ernest Lluch, de cuyo asesinato por ETA se cumplieron diez años el pasado domingo, sostenía que la discusión sobre el déficit fiscal es inseparable de la del superávit comercial: el saldo entre lo que Cataluña exporta a otras comunidades y lo que les compra. Ese saldo viene siendo favorable a Cataluña desde que existen estadísticas y creció un 44% entre 1995 y 2006. En 2009, Cataluña vendió por un importe de casi 52.000 millones de euros, que doblaba el de sus compras. El saldo (24.000 millones) compensa ampliamente el déficit fiscal (unos 18.000 millones, según Artur Mas), y sirve, decía Lluch, para financiar empleos en Cataluña.

Desde hace poco existen también datos fiables sobre las relaciones bilaterales entre una comunidad y cualquier otra. Se sabe así que en el periodo 1995-2007, Andalucía ha sido el cuarto cliente de Cataluña; pero visto desde el lado andaluz, Cataluña es su primer proveedor, con el 19,8% del total. Lo que significa que Andalucía contribuye a la prosperidad de esa comunidad más que a la de cualquier otra. El saldo promedio del comercio entre ambos territorios es favorable a Cataluña en una proporción 60/40. Son datos de los informes sobre comercio interregional que desde 2004 realiza el Centro de Predicción Económica, con patrocinio de 11 comunidades autónomas.

Esos datos cuestionan el argumento de los independentistas por interés. Cataluña aporta el 15,9% de la población española y el 18,5% del PIB, mientras que absorbe el 25% del total de comercio interregional de España (suma de exportaciones e importaciones), lo que indica pujanza económica pero a las vez una fuerte dependencia del mercado español. De ello se deduce que la aportación catalana a la nivelación de servicios y cohesión social de las comunidades con menor renta es un gasto pero también una inversión en favor de su propio progreso.

Así se reconocía hasta hace pocos años, especialmente por parte de la izquierda, que criticaba las simplezas de la derecha nacionalista al respecto: su queja porque las comunidades con mayor renta están discriminadas en relación a lo que pagan sería aplicable a un barrio residencial de Barcelona respecto a uno popular. Pero lo insólito es que haya partidos que consideren que es una política de izquierdas el intento de poner límites unilateralmente a las políticas redistributivas del Estado.

Una encuesta reciente indica que el 65% de los catalanes apoya la propuesta de Artur Mas de un sistema similar al concierto vasco que reduzca a la mitad la aportación catalana a la solidaridad territorial; pero otro estudio que resumía aquí E. M. Herrera el día 18 reflejaba que el 67% de los catalanes eran favorables a transferir fondos a las zonas menos prósperas para garantizar similares servicios públicos en todas las comunidades, y el 74% lo era a la intervención del Estado para reducir las diferencias entre ellas. Y concluía que tal vez haya en ese tema, crucial en el debate actual, una divergencia entre la visión de la clase política de Cataluña y la del conjunto de sus ciudadanos. La abstención que se registre el domingo dará una pista fiable sobre la verosimilitud de esa hipótesis.


miércoles, 24 de noviembre de 2010

"Erecciones" catalanas



Esta campaña electoral catalana está siendo muy interesante, los polític@s apelan al sexo para llamar la atención de los ciudadan@s.

Con el Nº1 tenemos a una chica que tiene un orgasmo cuando vota a Montilla.


Parece mentira pero Montilla puede provocar un orgasmo.

Con el Nº 2, Montserrat Nebrera amenaza con quitarse la toalla en un video subidito de tono.


Con el Nº 3, Albert Rivera de Ciutadans, sale vestido y sus compañer@s desnud@s:

Desde aquí, apoyamos definitivamente el voto al CORI, que tiene como número 2 de la lista a Carmen de Mairena. Su programa es el más serio y riguroso de cuántos partidos se presentan. Los pequeños candidatos tienen que hacer cosas grandes, como los del CORI. La travesti Carmen de Mairena y Ariel Santamaría (el concejal de Reus que se viste de Elvis Presley cada día) se han desnudado en un acto de campaña en la UPF. Pero su programa es más original que sus cuerpos: barretinas para los Mossos; cultivos de marihuana en las rotondas; que el 'barrio chino' sea Patrimonio de la Humanidad; y equipamientos públicos para jóvenes donde practicar sexo --se llamarán "Follódromos" ; Coches oficiales rosas y con tapicería de leopardo; Polígrafos en el Parlament para detectar a los mentirosos; si ganan las elecciones,,,, eso es un programa original y lo demás son tonterías.

En el Camino


En el camino
País: Alemania, Austria, Bosnia, Croacia Año: 2010
Fecha de estreno: 12-11-2010 
Duración: 99 min
Género: Drama
Luna y Amar son jóvenes, se quieren y viven en Sarajevo. Luna sueña con tener un hijo, Amar tiene problemas de bebida y acaba de perder su trabajo. Juntos intentan salir adelante. Hasta que aparece en su vida un viejo amigo de Amar, un musulmán wahhabista miembro de una comunidad ultraortodoxa. Amar descubrirá en la religión una vía de escape a sus problemas y Luna se verá obligada a renunciar a él al no poder seguirle en ese camino. Jasmila Zbanic tiene el valor de mostrar cómo en la moderna y liberal Europa, la religión vuelve a tener un peso determinante en la vida cotidiana. El pasado que gravita sobre Bosnia sin permitirles olvidar la violenta guerra fratricida de finales de los 90, es el otro tema que domina a esta pareja condenada a no poder seguir en el camino que se habían trazado juntos. 

La historia es, en definitiva, un alegato contra el fundamentalismo, en favor de una Europa Liberal de la que gran parte de los bosnios y bosnias se sienten parte. La directora Jasmile Zbanic contiúa en esta película la línea que comenzó con su película "El secreto de Esma", sobre las heridas de la guerra, Bosnia, las relaciones humanas y la necesidad de dar un sentido a determinadas experiencias traumáticas.

La situación económica vista con seriedad

Elecciones en Cataluña (Antoni Puigverd)


La decepción de la democracia no es nueva. Desde sus inicios fue despreciada por élites de todo tipo. Baudelaire apunta en su cuaderno: “La razón por la que a los demócratas no les gustan los gatos es fácil de adivinar. El gato es bello y voluptuoso, revela ideas de lujo y limpieza”. Por razones distintas, también el pensamiento tradicionalista fue durante décadas antidemocrático (”el liberalismo es pecado”) hasta que Jaume Balmes construyó un puente entre catolicismo y democracia. Menos recordadas son las críticas de la izquierda. Marx, Engels y Bakunin la denominan “democracia burguesa” y la acusan de falsedad, de poner límites a la verdadera democracia, que sólo se alcanzará con la “dictadura del proletariado”.
El anarquismo despreció el parlamento, dejando a la clase obrera sin dirección, aunque la izquierda marxista se inclinó por el pragmatismo: aprovechó la denostada democracia para escalar posiciones y tejer alianzas a la búsqueda de la completa hegemonía.
La izquierda antifranquista, ahora abanderada del parlamentarismo, se educó en el desprecio teórico de la “democracia formal”. Persiste en tal línea la llamada “izquierda alternativa”: la de Porto Alegre, Attac y los sermones de Chomsky. En la legislatura que ahora acaba, un alto cargo del Govern, Jordi Miralles, atosigó con otros miembros de EUiA a unos cubanos exiliados que se manifestaban en Barcelona en contra de la dictadura castrista. El gesto no escandalizó a nadie: Miralles sigue en primera fila dando lecciones de moralidad pública.

Antes de la Guerra Civil, derecha e izquierda compartieron una idea: la democracia sólo era buena si la dirigían los suyos. El deporte más practicado era el de sabotear al rival. La II República fracasó porque los de un bando nunca reconocieron las victorias del otro. La guerra tradujo esta falta de reconocimiento en asesinato y exterminio. A pesar de la idealización que el catalanismo hace del pasado, en Catalunya pasó lo mismo. Baste recordar algunos hitos antidemocráticos: el pistolerismo blanco (patronal) y negro (anarquista) que convirtió Barcelona en el Chicago de Europa; el recurso al Tribunal Constitucional por parte de la Lliga de la Llei de Contractes i Conreus; el eslogan “Visca Macià, mori Cambó!”, y, por supuesto, la violencia anticlerical: 1909, 1934, 1936.
Los largos años de franquismo institucionalizaron el vicio fundacional de la cultura cívica española. La dictadura perpetuó durante cuarenta años el exterminio de un bando sobre otro con la pretensión de hacer irreversible el proceso: exilio, campos de concentración, trabajos forzados, juzgados especiales, penas de muerte, persecución sistemática de los disidentes. El franquismo legalizó el odio, negó todas las libertades y, mediante una ingente labor educativa y mediática, naturalizó la idea de los “malos españoles”. Popularizó sin desmayo que la democracia tenía dos defectos de fábrica: era fuente de corrupción y no se adaptaba al carácter díscolo de los españoles.
Sobre este humus cultural se alzó la recuperada democracia y la autonomía. No es fácil perdonar a los partidos por haberse relajado tan pronto. Muy pronto, en efecto, se aguó el compromiso de la reconciliación y se perdió el miedo a repetir los desastres de la guerra. Muy pronto la cultura del odio y la negación del otro renacieron. Muy pronto las caricaturas que de la democracia hizo el franquismo encontraron excusa para rebrotar: la corrupción campa por sus fueros; las derechas se burlan de las izquierdas; las izquierdas no reconocen legitimidad a la derecha, y los nacionalismos (el español y el catalán, por no hablar del vasco, que todavía quiere matar) se alimentan de prejuicios, medias verdades, visceralidad. La democracia está siendo pisoteada por sus protagonistas.
Por si los fundamentos culturales e históricos de la decepción democrática no bastaran, por si la dejadez, corrupción y ensimismamiento de nuestra clase política no clamaran al cielo, la crisis económica y el fiasco del Estatut han dejado en Catalunya un profundo rastro de irritación y extrañeza hacia la política. No recuerdo una campaña política que más tristeza causara a los demócratas de a pie. No recuerdo más asco y displicencia entre los herederos de la tradición antidemocrática. Y no recuerdo más estupidez entre los jefes de campaña: con alguna notable excepción, han trabajado, no para sus partidos, sino para los que desprecian la política (y en especial para los que desprecian la política catalana).
Buscando desesperadamente llamar la atención, la mayoría de los partidos catalanes han dejado a Catalunya a la altura del betún. Como recuerda Eurípides en Las bacantes,cuando los dioses quieren destruir a alguien, provocan antes su locura. ¿Tan difícil es interiorizar que la fuerza y la astucia del débil se expresa en la resistencia a las provocaciones enloquecedoras del fuerte? A pesar de todos los pesares, yo sí iré a votar. El vacío no existe en democracia. Con la crisis de Manos Limpias, se desmoronó el anterior sistema italiano, pero llegó Berlusconi, que ha empeorado los problemas y no ha curado ninguno de sus vicios. Iré a votar aunque sea para no ceder a la amargura. No quiero creer que la caricatura catalana es irreversible. No quiero creer que el mal de nuestra democracia es incurable.
Antoni Puigverd

viernes, 12 de noviembre de 2010

La gran jugada (Antonio Elorza) y Política de la retirada (Patxo Unzueta)

La gran jugada (Antonio Elorza)
                                                                                Conocidas ya sobradamente sus deficiencias en la gestión política, José Luis Rodríguez Zapatero ha mostrado una vez más su excelencia como jugador en la preparación y en el contenido del cambio de ministros. Ni siquiera hacía falta mentir unos días antes limitando el relevo a Trabajo, mal presagio de que hasta el final seguirá contando con la ocultación de la verdad como uno de los recursos habituales de su estilo de gobernante. La culminación del pacto con el PNV, la reacción a la entrevista de John Carlin con Otegi y el acuerdo de intransigencia con el PP si los concejales batasunos se obstinan en no condenar a ETA, son piezas de un puzle que permite intuir el objetivo principal del nuevo Gobierno. Se trataría de proporcionar a ZP el momento triunfal del fin de ETA, la única baza que puede permitir el vuelco en las previsiones de voto, dadas las lúgubres perspectivas de recuperación económica para 2011.

Sin olvidar por supuesto la exigencia de sustituir las carteras gastadas, así como de levantar los ánimos al PSOE y a quienes a pesar de todo desean (deseamos) votar a izquierda. Fracasada candidata municipal, por su experiencia, Trinidad Jiménez puede ofrecer una inteligente actuación en Exteriores, mejor aún que en Sanidad, sin el oportunismo pendular de Moratinos, que se despide con un Congreso de Feminismo Islámico en Madrid, ¡copatrocinado por la Embajada de Irán! El nuevo titular de Trabajo, tras el giro de la veleta, es garantía de diálogo efectivo con los sindicatos y Rosa Aguilar supone un toque de izquierda, si bien teñido de inconsecuencias pasadas en PCE e IU mucho más graves que su último cambio de rumbo. Eficaz, pero poco fiable. Ramón Jáuregui, un vasco razonante. De Rubalcaba se ha dicho todo.

Volvamos ahora al puzle, colocando sus piezas. En contra de las apariencias, la entrevista a Otegi, exhibida en lugar destacado, y el acuerdo inmediato con el PP, encajan a la perfección. De modo simultáneo es mostrada a la opinión pública la disposición del líder abertzale para el paso definitivo que aún no llega, en un clima de atención rigurosa y benévola a un tiempo del Gobierno, y éste encuentra el respaldo del PP para fijar la presión sobre la izquierda abertzale. La estrategia en pinza apunta al hasta ahora obstáculo insuperable, el rechazo del terrorismo de ETA, sin el cual todo sigue bloqueado. Si las palabras se encuentran, y tienen que ser inequívocas, el Gobierno autorizará la presencia electoral de la izquierda abertzale en 2011. Y convertido en socio de ZP, el PNV puede en adelante desempeñar su papel más apreciado, el de tutor de la política vasca, cuando, en la sombra más que en la luz, tenga lugar el diálogo decisivo por el fin de una ETA doblemente aislada. Es claro que, para tal recorrido, el Gobierno vasco y la alianza allí con el PP cuentan menos que John Carlin. Pero si ETA acaba, Zapatero puede ganar las elecciones generales.

Que el asunto no es fácil, pero que el objetivo es el citado, se prueba por el desmesurado peso del componente vasco -como preocupación- en el nuevo gabinete. Recordemos que Rubalcaba fue llamado a Interior para proporcionar toda la flexibilidad en los medios, digámoslo suavemente, que requería la negociación tras la tregua de ETA. Además ahí están los textos de las intervenciones públicas y las entrevistas de Zapatero hasta 2008 para probar cómo el presidente jugó siempre con un doble lenguaje, negando el carácter político de una negociación política, afirmando el fin de los tratos después de la T-4, cuando buscó insistentemente su prolongación, y evitando rendir cuentas con la excusa de sus buenas intenciones. Rubalcaba le acompañó siempre, con momentos estelares como la hospitalización privilegiada de De Juana Chaos. Es también un maestro en la doblez. Su triple función se ajusta al cometido: corresponsable del presidente en la política sobre Euskadi, puesto de mando sin intermediarios en el sector clave, Interior, y encargo de pronunciar con verbo seguro las explicaciones (o los desmentidos) que requiera la política adoptada. Como figura complementaria, Jáuregui, hombre leal, buen mediador. El mejor colaborador posible para una política vasca activa.

El objetivo proclamado es irreprochable: hacer política para lograr el fin de ETA sin concesión alguna a la banda. Tal era el camino recorrido con éxito desde el fin de la tregua, con la colaboración francesa, con firmeza, paciencia y ductilidad made in Rubalcaba, siempre dentro del Estado de derecho. Ahora Zapatero tiene prisa. Este es el problema.

Antonio Elorza, EL PAÍS, 23/10/2010


 Política de la retirada (Patxo Unzueta)

En vísperas del juicio contra Otegi que se inicia  ha habido varias iniciativas en favor de su liberación con el argumento de que fuera de la cárcel podría contribuir más eficazmente al fin de ETA. Es el mismo argumento que se empleó para sostener que Batasuna debía recobrar la legalidad para que trabajara desde ella por el final de la violencia. Pero si ese desenlace parece hoy más cercano es porque la negativa a ceder por parte de la justicia ha convencido a Otegi y a otros como él de que no habrá vuelta a la legalidad mientras ETA siga presente.

A Otegi y otros dos dirigentes de Batasuna se les juzga por un supuesto delito de enaltecimiento del terrorismo en su intervención en el mitin de Anoeta (noviembre de 2004) en el que presentaron su propuesta de "resolución del conflicto vasco" mediante un proceso de negociación. Sus defensores sostienen que aquel acto abrió el camino de la paz que ahora se está a punto de culminar.

Sin embargo, no fue el proceso iniciado algo después, sino la rectificación que siguió a su fracaso, lo que ha debilitado a ETA y hecho posible que Batasuna dispute a la banda la dirección política del movimiento abertzale radical. Pero la ruptura del Otegi actual con el de Anoeta es incompleta. Se mantiene la pretensión de utilizar el fin de ETA como moneda de cambio de una negociación política cuyo resultado sería la asunción por los demás partidos (y por millones de ciudadanos) de las reformas institucionales que ellos consideran necesarias para resolver el conflicto vasco.

Entre los consejos que, a propósito del caso irlandés, ofrece Tony Blair en sus memorias sobre la forma de hacer frente al terrorismo hay uno aplicable aquí: recomienda partir de que el objetivo no es solucionar el conflicto invocado como causa del problema, sino, más modestamente, despejar de violencia el escenario para abordarlo. Muchas personas piensan que la derrota de ETA tiene que serlo a la vez del independentismo. Simétricamente, los teóricos del nacionalismo violento dan por supuesto que la retirada de ETA debe abrir expectativas a la altura del significado que ellos dan al abandono de las armas: expectativa de convertirse, tras años de resistencia armada, en la vanguardia de un movimiento soberanista capaz de alcanzar la mayoría electoral en el País Vasco. El horizonte de los de Otegi no son las municipales de mayo de 2011 sino las autonómicas de 2013.

Su referencia es Irlanda: tras los acuerdos de Viernes Santo, el Sinn Fein, brazo político del IRA, se convirtió en la primera fuerza de la comunidad católica, superando a los moderados de John Hume y entrando, junto a los unionistas de Ian Pasley, en el Gobierno de Irlanda del Norte. Los de Otegi cuentan también con su propia experiencia de las autonómicas de 1998, inmediatamente después de la tregua de Lizarra, en las que pasaron de 166.000 a 223.000 votos. La ensoñación de sus teóricos es que, retirada ETA, la nueva Batasuna, al frente de una coalición con las otras formaciones independentistas, EA y Aralar, puede desbordar al PNV y convertirse en la fuerza nacionalista hegemónica.

Sin embargo, como viene sosteniendo hace años Savater, y recientemente Andrés de Blas (EL PAÍS, 24-8-2010), es probable que una vez desaparecida la coacción etarra como condicionante esencial del comportamiento electoral, los resultados reflejen más fielmente la pluralidad y mayoritaria moderación de la sociedad vasca y su identificación con la autonomía antes que con el soberanismo.

El partido de Gerry Adams, único organizado en las dos Irlandas, pasó en la del Sur de 1 a 5 escaños en las primeras elecciones posteriores al Viernes Santo de 1998. Los republicanos consideraban esencial ese ascenso, y a ese ritmo, para entrar en los Gobiernos de Dublín y Belfast y convertirse en factor determinante para el desarrollo de las medidas de impulso a la reunificación previstas en los acuerdos. Pero ocurrió que en las siguientes elecciones del Sur, en 2007, no solo no hubo el esperado crecimiento sino que el Sinn Fein perdió un escaño. Sin violencia, la gente vota por otras cosas.

El futuro no está escrito, pero es probable que en una Euskadi sin ETA la mayoría social moderada tienda a expresarse en alianzas variables entre dos de los tres principales partidos autonomistas: PNV, PSE y PP. Y sería lógico que esos partidos consensuaran los límites a no traspasar para favorecer la retirada definitiva de ETA. No se trata ahora de que renieguen de su pasado (eso vendrá después) sino de exigir su renuncia a la negociación de contrapartidas políticas, eje de toda estrategia terrorista. Otegi tendrá hoy la oportunidad de hacer explícita, ante el tribunal que le juzga, esa renuncia. Sería la prueba de la sinceridad de su desvinculación del terrorismo.

Patxo Unzueta, EL PAÍS, 11/11/2010