jueves, 16 de septiembre de 2010

EL CONEJO Y LA TORTUGA



 Este verano, viendo las noticias observé algo que me llamó la atención. La Comisión permanente del Congreso estaba presidida por Lentxu Rubial, una diputada del PSOE que al ver que sus señorías no le prestaban suficiente atención exclamó llena de ira “No me hacen ni puto caso”. Aparte del exabrupto, lo que me hizo pensar fue su nombre y apellido, Lentxu Rubial, porque me recordó al apellido de un viejo socialista llamado Ramón Rubial. Tras comprobarlo en la wikipedia pude ver que efectivamente era hija de Ramón Rubial. Cuando Zapatero afirmó que era la hora de la segunda generación de socialistas todo el mundo pensó que era una metáfora, aunque la realidad ha demostrado que hablaba literalmente, era la hora de la segunda generación “biológica” de socialistas (Bibiana Aído, Leire Pajín, etc). Este rasgo “familiar” de los políticos no es exclusivo del PSOE, ahí tenemos como promocionaron al cuñado de Aznar o de Fabra, como el hijo de Pujol llama a la insumisión fiscal o tantos y tantos hijos, nueros, yernas y hasta suegras campan en primera línea o en segunda. Quizás esto haya que relacionarlo, más que como un rasgo característico de nuestra clase política, en un comportamiento de casta. Pero más que casta exclusivamente política, de clase social, de oligarquía. 
El mundo ya no se divide entre ricos y pobres, burgueses y proletarios, sino entre privilegiados y no privilegiados. Los unos lo tienen todo bastante fácil, vienen de buena familia (familia acomodada), apenas se rozan con el sistema de educación público, hacen másters caros y pueden permitirse irse al extranjero a aprender idiomas. Si con todo tu esfuerzo, llegas a la universidad, te costeas 5 años, aprendes inglés arreglando habitaciones en un hotel de Manchester y haces que tus padres casi se arruinen costeándote un MBA, da igual, ellos te llevan una legua de ventaja. Si por alguna razón una tortuga rápida llega a coger al conejo, copia los hábitos de los roedores. Que Garzón, después de tanto esfuerzo, valentía, temeridad, errores, etc, le encante matar 50 ciervos y posar con su escopeta, nos dice mucho de su forma de entender la vida, de en qué lugar se considera que está y cuál considera que es la clase social predominante a la que desea pertenecer.

¿Qué podemos hacer los miles de licenciados/as que trabajamos por una miseria? ¿Nos han engañado? Es la fábula del Conejo y la Tortuga en la que la Tortuga, como es normal, no alcanza nunca al Conejo, a no ser que a éste le atropelle un coche. Quizás llame la atención que los partidos de izquierda se instalen en la oligarquía con un discurso antioligárquico, recuerda a los patricios que en Roma defendían los intereses de los plebeyos, perfectamente conscientes de que su poder estaba en la posibilidad de movilizarlos, pero sabedores de que eran patricios. Poco podemos hacer las tortuguitas que leemos esto, lo sentimos o lo escribimos, tener fe en la fábula, arrimarnos a algún conejo piadoso que nos lleve a sus espaldas y ser conscientes de que no hay conejo más peligroso que el que ha sido antes tortuga.

1 comentario:

  1. Comentario enviado por David G-M:

    Lo de izquierdas o derechas es sólo una excusa para justificar la alternancia en el poder.

    Y lo peor de todo es que es una casta de iletrados; no sólo no nos gobiernan los más preparados, sino que incluso nos gobiernan los menos preparados. Ya lo dijo hace unos días Blanco: para ser ministro no hacen falta méritos, sólo es necesario que te nombren.

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