lunes, 21 de junio de 2010

Zapatero ordenó abrir una investigación interna sobre Bono para acabar con su carrera política

 ARTÍCULO ENVIADO POR DAVID G-M

"Los de los propios partidos son unos hijos de puta". Lo dijo José Bono en noviembre de 2008, durante una conversación informal captada por un micrófono indiscreto, en respuesta a las críticas del PSOE por su decisión de colocar en el Congreso de los Diputados una placa de homenaje a sor Maravillas de Jesús, la monja nacida en unas dependencias parlamentarias y más tarde perseguida en la Guerra Civil. Pero también pudo haberlo dicho -y tal vez con mayor motivo- en la primavera del año 2000.
José Luis Rodríguez Zapatero, entonces diputado y aspirante a secretario general del PSOE, ordenó a su hombre de confianza y portavoz de la ya desaparecida corriente Nueva Vía, Jesús Caldera, que abriese una investigación interna, para la que utilizó medios humanos y materiales del partido, en busca de pruebas del supuesto enriquecimiento ilícito de Bono, en aquel momento presidente de Castilla-La Mancha y rival de Zapatero al cargo de secretario general en el 35º Congreso Federal socialista celebrado en julio de 2000.
Tras el descalabro del PSOE en las elecciones generales de marzo de ese año, en las que el PP de José María Aznar alcanzó la mayoría absoluta, el candidato del PSOE y secretario general del partido, Joaquín Almunia, presentó su dimisión y abrió un periodo de interinidad que culminó en el 35º Congreso Federal, cuando Zapatero, contra todo pronóstico y por un estrechísimo margen de sólo nueve votos, se impuso a Bono -y a las también aspirantes Rosa Díez, hoy líder de UPyD, y Matilde Fernández, del llamado sector guerrista- y fue proclamado secretario general del PSOE.

"No era trigo limpio"

Fuentes muy cercanas al PSOE de Castilla-La Mancha y a la extinta Nueva Vía -la corriente interna impulsada en 2000 por Zapatero, Caldera y otros jóvenes dirigentes socialistas de la época, entre ellos los ex ministros Juan Fernando López Aguilar y Jordi Sevilla o la actual titular de Sanidad, Trinidad Jiménez, para hacerse con las riendas del partido- han revelado que Zapatero encargó a Caldera, entonces portavoz del PSOE en la Comisión de Infraestructuras del Congreso, una exhaustiva investigación sobre el patrimonio de Bono, de quien ya entonces "sospechaban que no era trigo limpio".
El objetivo de Zapatero y de Nueva Vía, según las fuentes consultadas, era "sacar a relucir los trapos sucios de Bono para eliminarlo como candidato a secretario general del partido, porque sabían que era el rival a batir en el Congreso Federal, y de paso acabar con su carrera política". Bono fue el último de los cuatro aspirantes a suceder a Almunia al frente del PSOE en formalizar su candidatura, pero desde la debacle socialista en las urnas, el 12 de marzo de 2000, nunca ocultó sus aspiraciones. 
Caldera, que además de portavoz en la Comisión de Infraestructuras había sido número dos del Grupo Parlamentario Socialista, cumplió la orden de Zapatero y encargó la investigación del patrimonio de Bono a un fontanero del partido, Julio Pérez Sanz, actual jefe de Gabinete del ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, y anteriormente del propio Caldera durante su etapa como titular de ese departamento en el primer Gobierno de Zapatero.

Estrecho colaborador de Bono

Pérez Sanz, íntimo amigo de Caldera y entonces asesor del PSOE en el Congreso, se puso al frente del equipo de sabuesos que debía investigar contrarreloj el patrimonio de Bono -el Congreso Federal se iba a celebrar apenas tres meses más tarde-, del que también formaron parte otros tres asesores del Grupo Parlamentario Socialista.
La elección de Pérez Sanz para dirigir ese equipo no fue casual, ya que Zapatero y Caldera sabían perfectamente que el fontanero socialista había sido anteriormente jefe de Gabinete del propio Bono en la Presidencia de Castilla-La Mancha y, por lo tanto, conocía información sensible sobre éste. "Cuando Pérez Sanz recibió el encargo de Zapatero y Caldera ya no era, precisamente, forofo de Bono", apuntan con ironía las fuentes consultadas. 
El actual jefe de Gabinete de Corbacho, ni confirmó ni desmintió todos estos extremos. Pérez Sanz se limitó a señalar a este periódico: "Ha pasado mucho tiempo. No recuerdo haber recibido ninguna indicación de Zapatero o Caldera para investigar a Bono". Pero, según las fuentes consultadas, la investigación para hacer aflorar los "trapos sucios" del ex presidente de Castilla-La Mancha no se limitó a su patrimonio personal. "El equipo dirigido por Pérez Sanz", aseguran, "tenía instrucciones de husmear en todo lo relacionado con Bono, incluida su vida privada".
El ahora presidente del Congreso, según las mismas fuentes, abortó la investigación, una vez que ésta ya se había iniciado, tras ser alertado por un estrecho colaborador. Bono, aseguran esas fuentes, puso los hechos en conocimiento de Ferraz y de la dirección del Grupo Parlamentario Socialista.  

 De 'Bambi' a 'El killer' 

La investigación a Bono es una buena muestra del carácter frío e implacable de Zapatero cuando es el poder lo que está en juego. El líder socialista cargó con el apodo de Bambi durante su etapa en la oposición, pero tras llegar a La Moncloa en 2004 dejó claro que no le temblaba el pulso a la hora de aniquilar políticamente a sus más estrechos colaboradores. Su apodo cambió radicalmente: Zapatero se había convertido en El killer.

Los más damnificados fueron, precisamente, los integrantes de Nueva Vía, el movimiento con el que el diputado leonés impulsó su candidatura a la Secretaría General del partido. Sevilla sólo resistió tres años en el Ministerio de Administraciones Públicas; López Aguilar tuvo que dejar, muy a su pesar, la cartera de Justicia para liderar el PSOE en Canarias y, más tarde, en el Parlamento Europeo; Caldera fue defenestrado del Ministerio de Trabajo a cambio del premio de consolación de la Fundación Ideas; y Jiménez tuvo que esperar hasta 2009 para convertirse en ministra de Sanidad.

Zapatero tampoco tuvo piedad con el ex presidente del Congreso, Manuel Marín, a quien jubiló precisamente para colocar a Bono, ni con Alfonso Guerra: el veterano dirigente socialista pretendía ocupar en 2008 la Presidencia del Congreso, pero Zapatero lo confinó de nuevo a la Comisión Constitucional.

Pero el caso más paradigmático es la caída de Caldera. El actual responsable de la Fundación Ideas fue un fiel escudero de Zapatero desde que éste presentó su candidatura al liderazgo del partido. No dudó en encargarse del trabajo sucio, como la investigación a Bono, y durante cuatro años fue el portavoz socialista en el Congreso de los Diputados. Tras el triunfo electoral de 2004, sorprendió que Zapatero sólo le premiara con la cartera de Trabajo y Asuntos Sociales, pero la sorpresa fue aún mayor cuando en 2008 le expulsó del Gobierno.   

Zapatero ya mostró algunos rasgos de ese carácter implacable mucho antes de convertirse en secretario general socialista. Su ascenso en el PSOE de León fue meteórico, y allí se acostumbró a batallas intestinas por el control del partido. En 1994, un joven Zapatero saltó a los titulares de la prensa nacional al denunciar que el sector guerrista había afiliado al PSOE de Castilla y León un millar de personas de forma irregular. El ex ministro Javier Sáenz de Cosculluela fue enviado desde Ferraz a investigar las afiliaciones, pero no logró comprobar la existencia de un fraude masivo. Por su parte, los guerristas leoneses acusaron a Zapatero de mantener 18 agrupaciones "fantasma", así como de diversas irregularidades administrativas.   

Los trapos sucios de Bono

El patrimonio de Bono y su extraordinario enriquecimiento ha sido desvelado en los últimos meses por los medios de comunicación, y denunciado ante la Fiscalía General del Estado por el Partido Popular. Sin embargo, el equipo de Zapatero ya encontró en 2000 motivos para sospechar del ex presidente castellanomanchego. Entonces, y según su declaración de bienes publicada en el Diario Oficial de Castilla-La Mancha, poseía una casa y dos fincas rústicas en Salobre (Albacete), dos pisos en Madrid, otro en Toledo, así como la todavía residencia familiar, un chalet en Olías del Rey (Toledo).

La adquisición de esta vivienda había provocado que el periódico La Razón dedicara una portada completa a Bono el 10 de junio de 1999 con el siguiente titular: "Bono compra más barato que nadie". Y es que, según denunció este diario, el político socialista pagó 53.672 pesetas por metro cuadrado, cuando el precio medio más barato de las viviendas de la zona, de protección oficial, era de 84.505 pesetas. Según fuentes del PP, Bono trató de ocultar a su electorado esta información ordenando comprar masivamente los ejemplares de este diario, por lo que los populares decidieron enviar desde Madrid más periódicos para repartirlos entre los castellanomanchegos.

Además, Bono declaró que, para adquirir el chalet de 401 metros cuadrados, había contraído una deuda de más de 15 millones de pesetas directamente con el constructor, sin la mediación de ninguna entidad financiera, y sin aportar pruebas de los pagos. Diez años después del intento de investigación de Zapatero, las investigaciones periodísticas han sacado a la luz que el patrimonio de Bono alcanza los 6 millones de euros. ¿Casualidad?

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