El concepto de Caja de Ahorros no aparecerá en Europa (concretamente en Gran Bretaña) hasta la segunda mitad del siglo XVIII, fundado en el pensamiento de Jeremy Bentham (1748-1832). Bentham considera las Cajas de Ahorro como un instrumento de mejora de las condiciones de vida de las clases trabajadoras, a través de la remuneración del ahorro, lo que proporcionaba un nivel de seguridad económica superior.
A finales del siglo XVIII y principios del XIX se constata la expansión de estas instituciones en países como Alemania e Inglaterra, donde la reforma protestante supuso el rechazo al planteamiento piadoso de los Montes de Piedad. Las primeras Cajas de Ahorro se fundaron en Alemania durante la segunda mitad del siglo XVIII. (Brunswick, 1765 y Hamburgo, 1768).
La idea de promover Cajas de Ahorros comienza en España en el trienio liberal (1820-1823), y especialmente con la vuelta de los ilustrados exiliados después de la muerte de Fernando VII en 1833. Aparecen en el marco de una sociedad muy castigada por la Guerra de la Independencia, con el fin de luchar contra la usura que sufrían los pequeños agricultores en los momentos de malas cosechas. En ocasiones fueron creadas por miembros de organizaciones católicas. En otras, son las sociedades de Amigos del País las que asumen la promoción de las cajas de ahorros; en Madrid se funda una Caja de Ahorros (Caja Madrid) en 1838, poco después de que en 1834 un concurso de la Sociedad Económica Matritense de Amigos del País premiara una memoria sobre el establecimiento y fundación de una Caja de Ahorros. En conclusión, las cajas de ahorros españolas nacen con cierto retraso respecto a otros países, y casi siempre ligadas a los Montes de Piedad anteriores o creadas al mismo tiempo. Sus principales objetivos eran conducir el ahorro popular hacia la inversión y realizar una labor social en sus respectivos ámbitos territoriales.
Desde entonces hasta nuestros días el número de cajas ha ido en aumento, manteniéndose, más o menos, ceñidas al objetivo por el cual nacieron, que es dar un servicio a toda la sociedad. Las cajas de ahorros se han ido convirtiendo en auténticas instituciones financieras, ofreciendo a sus clientes una completa gama de servicios, compitiendo con el resto de entidades bancarias, hasta alcanzar más de un 50% de cuota de mercado.
Antes de la llegada de la Democracia, las Cajas de Ahorro cumplieron una función de canalización del ahorro, teniendo la obligación por Ley de reinvertir parte de sus beneficios en la sociedad. Con la llegada de la Democracia, las cajas se han ido adaptando más al mercado financiero, pudiendo competir con los Bancos. La virtud y el defecto de las cajas es el mismo, son de capital público. La dirección de los órganos de gobierno está mediatizada por los poderes públicos de cada comunidad autónoma (en ocasiones provincia), lo que conlleva que determinadas inversiones sigan un criterio político, más que económico (ejemplo, financiación del aeropuerto de Ciudad Real), que a la larga suelen ser negocios poco rentables. Las direcciones no se mueven por una lógica estrictamente económica, sino política y pueden dar lugar favorecer el crédito a “empresas amigas”, que no encuentran financiación en la banca privada. A la larga, como se ha demostrado con la intervención del BCE en CCM, es el Banco de España, es decir, el Estado (todos) el que acude al rescate.
La justificación del valor social de las Cajas por su apoyo a las clases populares no tiene fundamento en la actualidad. Salvo alguna caja con líneas de financiación de microcréditos, la mayoría se comportan en el mercado como una entidad financiera más. La cantidad que deben reinvertir en la sociedad por ley, terminan haciéndolo en proyectos culturales, muy cercanos a la RSC (Responsabilidad Social Corporativa). Invierten en proyectos culturales (Cosmocaixa, la Casa Encendida, etc), dirigidos a las clases medias, que son las que a la larga pueden traer sus ahorros a tu entidad (no aquellos que pudiesen ser beneficiarios de edificios de protección u otros programas de asistencia social).
Según el director general del Instituto de Estudios Económicos (IEE), Juan Iranzo, el año 2010 será "mucho peor" para el sistema financiero que el 2009, ya que las cajas de ahorros arrojarán pérdidas de entre 5.000 y 6.000 millones este año. Las fusiones son difíciles, ya que cada poder político regional no quiere perder su “juguetito”, casi serán más probables en cajas de una misma comunidad. La no injerencia del poder político en la dirección de las cajas es casi impensable, ningún partido con poder en ellas (PSOE; PP o nacionalistas) estará dispuesto a perder esa cuota de poder. La política manda.
jueves, 8 de abril de 2010
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