jueves, 15 de abril de 2010

CONTRA Y A FAVOR DE GARZÓN: UN DEBATE 1


CONTRA GARZÓN


Como es un tema muy controvertido y sobre el que se está escribiendo mucho, intentaré ser breve (al menos no demasiado extenso) sobre el actual enjuiciamiento de Garzón. A día de hoy, con la información que tengo, ésta es, más o menos, mi opinión.
En primer lugar, vaya por delante mi reconocimiento al juez Garzón en muchas de sus actuaciones, desde la desarticulación de los GAL hasta determinadas acciones de la lucha contra ETA. Aún así, un funcionario público, o cualquier ciudadano, puede haber desempeñado muy bien sus funciones y ser enjuiciado si alguna de sus actuaciones no se ajusta a Derecho. Hay que recordar algún caso como el del coronel de la Guardia Civil, Enrique Rodríguez Galindo, nadie discutía su labor en la lucha contra ETA, pero se demostró que había secuestrado y asesinado a personas y por ello, fue condenado. En este caso, sólo hay un procesamiento, no hay condena. Por lo tanto, cualquier ciudadano (también un juez) puede ser demandado por la justicia si comete actos ilegales, independientemente de su currículum vitae.

Analicemos brevemente las causas que se le imputan:
1.      Demanda de prevariación sobre el franquismo


Con respecto a este tema, se le imputa el delito de prevaricación, es decir, cometer un acto ilegal a sabiendas de que lo es. El primer argumento que se ha utilizado es que esta demanda la ha presentado Falange Española. No seré yo quién defienda esta organización, sin embargo, a día de hoy, esta organización es legal en España. Cualquier organización legal puede presentar demandas, listas prohibidas de Batasuna han recurrido autos judiciales. Incluso presos con sentencia firme pueden apelar, incluso denunciar a un funcionario de prisiones por ejemplo. Por lo tanto, en derecho, el currículum del demandante no es tan importante como el hecho que denuncian. Una vez aclarado esto, vayamos al fondo. En ningún momento es un proceso sobre el franquismo, sino sobre la actuación de Garzón. Para bien o para mal, la ley de amnistía eximía (tal vez no fuese justo, pero así se hizo en el contexto de la Transición) de responsabilidades penales a los responsables del franquismo. Puede que no fuese la mejor ley o que en aras de la Democracia dejase sin penar actos ilegales cometidos por responsables de la dictadura, pero es la que se hizo en ese momento y la que está en vigor. Pretender ignorarla desde la judicatura no es legal. Sería legal y legítimo, proponer su reforma, que ésta pasase por el Parlamento y una vez votada, que los jueces permitiesen que se persigan los crímenes del franquismo como crímenes contra la humanidad. Me parece que la Ley de Memoria Histórica (que sí está en vigor) no regula las responsabilidades penales. Si se extralimitó o no, lo deben aclarar los jueces. Puede sonar a formalismo jurídico pero el Estado de Derecho es así.

2.      Escuchas del caso Gurtel

Al igual que con Falange, no seré yo quién defienda a los encausados por el caso Gurtel. Probablemente, fuesen personas que aprovechándose de sus contactos políticos hiciesen negocios. Todo parece indicar que así es, pero está por demostrar. Lo que no se puede hacer es realizar escuchas de las conversaciones entre abogado y defendido. Se llaman Garantías Judiciales y la vulneración de la garantías puede llegar incluso a la anulación de un determinado proceso. Si esa anulación se produjese, la culpa sería imputable a la persona que las autorizó, no a los encausados. Estas garantías deben respetarse, no se pueden sacar confesiones, por ejemplo, mediante tortura, por muy nobles que sean los motivos, al menos no en una Democracia y en un Estado de Derecho. El juez Garzón ordenó estas escuchas. Se puede argumentar que estas escuchas pueden realizarse, en delitos muy graves, cuando estas conversaciones pueden ser el medio de cometer delitos por parte de personas que estás en la cárcel.  Si es así, el juez Garzón deberá demostrar la pertinencia de esas escuchas en este caso y si se vuilneraron o no las garantías procesales.

3.      Por último, el cobro de cursos en Nueva York

El juez Garzón dio unos cursos en Nueva York sin declararlos a la judicatura, estando en una excedencia. Si eso vulnera o no el régimen interno habrá que dilucidarlo atendiendo al régimen interno de la misma. Sin embargo, un hecho que podría ser delito, es que estos cursos fuesen pagados por el Banco Santander cuando el mismo juez Garzón tramitaba hechos delictivos de este banco. Existe al menos una duda razonable de que este cobro pudiese influir en su resolución. No hay nada malo en investigarlo y que salga a la luz, si no es así, se demostrará. Al menos un juez debe confiar en la justicia (como institución y como principio).

Se argumenta que el juez es perseguido políticamente. Una persecución política es que se presente la policía política en tu casa, te detengan por motivos políticos y no se respeten tus derechos y libertades. Ésta es una acusación judicial en el que el procesado puede defenderse, aportando su pruebas. Tal vez muchas personas agraviadas por el juez Garzón han confluido en estas demandas, no lo pongo en duda, pero tiene todas las oportunidades del mundo para demostrar su inocencia en los juzgados, no en las calles o mediante encierros. Tal vez, otros jueces hayan realizado prevaricaciones, tampoco lo pongo en duda, pero se trata de “este juez”. Si Hacienda te impone una sanción por defraudarla fiscalmente, de nada sirve que digas que otros también lo hacen, ni decirle al Policía de Tráfico que otros corren más que tú, eso no invalida el proceso, sino que reafirma la necesidad de que se extiendan a más personas.

Espero no haberme extendido demasiado. Como mi opinión es una más, construida en base a información (incompleta en muchos casos, imposible leerse las demandas, alegaciones, etc), a día de hoy es ésta. A tenor de los hechos e informaciones podría evolucionar en el futuro.


A continuación reproduzco las opiniones de articulistas que sí están a favor de Garzón y difieren de mi posición.

Que el lector decida en base a argumentos, no de pasiones.

Esperamos vuestros comentarios.

A FAVOR

PATXO UNZUETA

Semprún y las fosas de Katyn (y Garzón)

PATXO UNZUETA 15/04/2010

Jorge Semprún nació en Madrid en 1923, se exilió en Francia en 1939, formó parte de la Resistencia, estuvo preso en un campo de concentración nazi, luchó contra Franco en la clandestinidad, fue disidente antiestalinista y ministro de un Gobierno socialista en España. Además, Semprún es un gran escritor. En pocas personas la vida y ese oficio avanzan tan unidos: es a la vez autor y protagonista de gran parte de su obra. No es casual que así sea, pues su biografía es en sí misma novelesca.
Una memoria compartida implica reconocimiento por la democracia de las víctimas de ambos bandos
Pero hay algo en esa biografía que no resulta exactamente novelesco, aunque sí admirable: Semprún ha estado en cada momento en el lugar en el que había que estar. No es difícil hallar personajes que, al contrario, se caracterizan por llegar siempre tarde, cuando el peligro ha pasado; personas que se sintieron sinceramente antifranquistas, pero sólo después de la muerte de Franco, o cinco minutos antes; combatientes de la Resistencia cuando la División Leclerc desfilaba ya por los Campos Elíseos; críticos con las dictaduras del Este europeo después de la caída del Muro.
No es necesario recordar que Semprún no aguardó a que la historia decidiera de qué lado estaba la razón, o al menos las mejores razones, para comprometerse con una causa que resultó la más humana, o la menos inhumana, de cada momento.
El lunes pasado estuvo en Buchenwald, el campo nazi en el que fue recluido a sus 19 años. En su discurso, cuyo contenido había adelantado en EL PAÍS una semana antes, consideró que Buchenwald es un lugar idóneo para hablar de Europa (de la tragedia de la Europa del siglo XX), pues tan sólo tres meses después de ser liberado por los aliados fue reabierto por los soviéticos que ocupaban esa zona de Alemania. Y añadió, teniendo a la vista la chimenea del crematorio nazi y el bosque plantado por las autoridades de la RDA para ocultar las fosas comunes en las que enterraron a miles de presos del campo, que sólo tras la caída del Muro pudo Buchenwald "asumir sus dos memorias, su doble pasado" nazi y estalinista.
Cuando escribió el artículo ignoraba que dos días antes de leerlo en Buchenwald se produciría el accidente aéreo en el que perecieron el presidente y gran parte de la cúpula del Estado polaco, que se dirigían precisamente a rendir homenaje a las víctimas de la matanza de Katyn, un bosque próximo a la ciudad rusa de Smolensk en el que fueron asesinados en 1940 por los soviéticos miles de soldados y gran parte de la élite dirigente polaca. Ese nombre ha quedado unido para siempre a la infamia, además, porque durante decenios los soviéticos aseguraron que la matanza la habían perpetrado los nazis.
Las dos memorias. El mismo día en que Semprún leía su discurso en Buchenwald, se publicaba en La Vanguardia un memorable artículo en el que Antoni Puigvert reseñaba un libro de Miquel Mir y Mariano Santamaría sobre la violencia anticlerical en la Cataluña republicana de 1936, cuyas atrocidades no difieren mucho, dice Puigvert, de las que sufrieron los republicanos asesinados con extrema impiedad por patrullas falangistas en la zona ocupada por Franco. El argumento de que no es comparable una violencia con la otra, aduciendo que la de los franquistas fue sistemática mientras la otra era obra de incontrolados y fruto de la justa ira popular, o porque no es equiparable el número de víctimas de un lado y otro, pesa poco para cada memoria humana particular, a la que la estadística difícilmente aporta consuelo.
Las víctimas del lado franquista ya tuvieron su reconocimiento en los 40 años posteriores, se alega también. Pero de lo que se trata es de la asunción de las dos memorias; el reconocimiento por la España democrática de todas las víctimas injustamente asesinadas en ambos bandos es condición para fundar una memoria compartida. Pareció así establecido hasta hace poco, pero la herida ha vuelto a sangrar y el tema está ahora más candente que nunca por el inminente juicio al juez Garzón.
Paul Watzlawik teorizó hace años sobre lo que llamó ultrasoluciones: la fórmula infalible para convertir un problema en irresoluble es buscarle una solución tan extrema que provoque el caos. Garzón buscó una solución exagerada para atender al amparo solicitado por familiares de víctimas del franquismo que querían inhumar a sus deudos, y, queriendo justificar su competencia como juez penal en el caso, tomó iniciativas cada vez más radicales, incluyendo una reinterpretación de la Ley de Amnistía de 1977 como equivalente a las de punto final del Cono Sur. Con efectos fuera del marco judicial, tan delirantes como el surgimiento de voces que reclaman la derogación de la Amnistía de 1977 con el argumento de que fue un autoindulto franquista. O el deslizamiento desde la deslegitimación de la Transición, por haber permitido gobernar a los herederos del franquismo, a la del Estado democrático.
Al aceptar a trámite las querellas por prevaricación, el magistrado Varela también optó por la vía de la ultrasolución. La prevaricación no sólo es un delito gravísimo; también lo son, al margen de cuál sea la sentencia, las consecuencias del enjuiciamiento mismo, que implica la suspensión cautelar del magistrado (y el cuestionamiento de su autoridad moral). Los argumentos para dar vía libre al procedimiento contra Garzón (lo afirmado en la querella "no es algo que pueda considerarse ab inicio ajeno al tipo penal de la prevaricación, al menos como hipótesis", etc.) podrían ser empleados por querellantes audaces contra Varela, como ya han anunciado dos asociaciones de memoria. Seguramente hay muchas personas contrarias a las iniciativas de Garzón, pero más contrarias a que por ellas se le inhabilite. Lo cual tal vez explique en parte esta ola aparentemente imparable que nos anega.

MARUJA TORRES 



Sois ridículos
MARUJA TORRES 15/04/2010

No contentos con hacer el ridículo enjuiciando a Garzón, los llamados jueces del Tribunal Supremo se disponen a meter la gamba contándoles a los corresponsales extranjeros por qué lo hacen, y seguramente cómo es él, y en qué lugar se desenamoraron del juez. Me pregunto si estos tiesos y secos franquistas se han reblandecido con los años. Quizá es que la democracia que practican -entendida a la manera de Cospedal, es decir, la salvaguardia de sus intereses- les ha convencido de que el mundo les comprenderá en cuanto se expliquen e inviten a los corresponsales a una paella y una corrida de toros. Chicos, chicos, recordad el regio ejemplo que antaño os dio vuestro defendido, Francisco Franco. "Somos el asombro de Europa", proclamaba cada dos por tres. Y seguía poniéndose a Europa, al mundo, por montera. Aquel sí que era un fascista berroqueño. A vosotros se os ven las grietas. No porque seáis mejores, sino porque estáis en terreno resbaladizo: terreno democrático. Mas no de Cospedal ni de Rajoy ni de Rita la Barbacoa. Democracia sin adjetivos y, sobre todo, sin zorrillas (en el sentido bíblico: que se cargan la vid) que usan su nombre en vano. Quizá la cercanía de una socialistísima como Margarita Robles os ha debilitado y necesitáis, además de hundir a Garzón, al Estado de derecho y a esta ciudadanía, además de dar la espalda de nuevo a las víctimas del franquismo y echar una manita a los gürteles, necesitáis, decía, de un poquitín de cariño por parte del extranjero.
Un consejo: tened cuidado que esta clase de gentuza, periodistas de democracias consolidadas, están acostumbrados a preguntar y repreguntar en las ruedas de prensa. Porque será una rueda de prensa, supongo. ¿O pensáis saliros con un comunicado y un vino español? Ayyyyy, ayyyyy, en qué pedazo de jardín os habéis metido. Perdón por el tuteo. Lo hallaréis irrespetuoso. Pero es que no os respeto en absoluto.

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