En contadas ocasiones, la historia de una vida es también la historia de una época. Tras jugar un papel importante como comunista bajo el régimen autoritario de Pilsudski, haber ido a la guerra, y haber conocido las cárceles de
Aleksander Wat (Varsovia, 1900 - París, 1967) era descendiente de una antigua y famosa familia judía que contaba entre sus miembros con el famoso cabalista Isaac Luria. Estudió filosofía, psicología y lógica en la Universidad de Varsovia donde tuvo contactos con la vanguardia literaria, bajo cuya influencia escribió su primer libro de poemas YO de un lado y YO del otro lado de mi brasero ferroperruno (1920) y la colección de cuentos Lucifer en paro (1927). Participó en numerosas e influyentes publicaciones de la época como Nowa Sztuka y Tygodnik literacki, desde las que ayudó a dar a conocer la obra de Mayakovski y el futurismo. Se suicidó en París en 1967.
Aleksander Wat
«Mi siglo. Confesiones de un intelectual europeo»
Editorial Acantilado
Presentación de Adam Zagajewski
Prefacio de Czesław Miłosz
Traducción de Anna Rubió y Jerzy Sławomirski
«Mi siglo. Confesiones de un intelectual europeo»
Editorial Acantilado
Presentación de Adam Zagajewski
Prefacio de Czesław Miłosz
Traducción de Anna Rubió y Jerzy Sławomirski
OPINIÓN: He leído con atención el libro, porque había escuchado críticas bastante buenas del mismo. La verdad es que siendo sincero no me ha gustado demasiado. El autor escribe bien, muy bien, pero quizás le pase como a Koestler, la forma es más brillante que el fondo. En este caso, sus memorias fueron revolucionarias en una época en que no existían numerosas memorias sobre la Unión Soviética. Pero queda lejos de otras como las de Evgenia Ginszburg “El vértigo”, “Archipiélago Gulag” de Alexander Solzhenitsyn y la genial “Relatos de Kolyma” de Varlam Shalamov (por citar alguna).
Este libro comienza con un repaso por la literatura progresista polaca de la época de entreguerras que difícilmente puede interesar si uno no es especialista en este país (lo cuál es mi caso). Sus reflexiones sobre la Unión Soviética , son agudas, ingeniosas, pero encuentro que le falta algo, de lo que le sobraba a los libros anteriormente citados. Como Evgenia Ginszburg se arrepiente de su pasado cripto-comunista y termina sacando conclusiones casi místicas de las injusticias a las que se ve sometido.
Quizás cuando uno lee este tipo de memorias, como cuando lee memorias de los campos nazis, le llega sin querer un pequeño aliento de culpabilidad. No sobrevivían los mejores en un sentido moral, sino los más adaptados (como se ve en el libro de Primo Levi “Los hundidos y los salvados”. Lo que en ruso llamaban “Pridurki”, aquellos que estaban en puestos de oficina, que escapaban a cumplir con las normas que nazis y comunistas les imponían. En esta constatación no va ninguna condena moral, ni mucho menos, pero en este tipo de libros de memorias a veces se entrevé este pequeño complejo de culpabilidad. Si nosotros hubiésemos estado en su lugar, no sabríamos en qué grupo habríamos acabado, si en el de los Hundidos o lo Salvados.
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